Aún es temprano para participar del gobierno
Por Martín Piccato (*)
El ex presidente Macri, con gran estrategia, decidió permanecer al costado del gobierno del presidente Milei a la espera de un desgaste que es natural en todo proceso político y que en Argentina siempre es más turbulento y rápido.
El período de apoyo incondicional a un presidente que recién arranca lo calculan en 100 días promedio desde el momento en que asume pero, dada la crisis económica y política que estamos atravesando, ese apoyo incondicional se achicó en el tiempo.
El presidente Milei está empezando a cursar su crisis política que viene determinada por la debilidad institucional que tiene desde siempre. Además, en vez de amigarse con el “enemigo”, sigue en la terquedad de pegar con insultos y descalificaciones propias de una persona con debilidad emocional y quien fuera imbuido por la cultura del choque que enseñó la ex presidente Cristina Kirchner: la culpa siempre es del otro, los errores no se transparentan porque siempre están del otro lado de la grieta.
Milei, asustado por la imposibilidad que tiene de avanzar institucionalmente, está dispuesto a acordar con el Pro para que éstos le otorguen gobernabilidad.
Nadie duda, de hecho, en las semejanzas que en materia de política económica existen entre La Libertad Avanza (con una motosierra en 2 cilindros) y el Pro.
Dado que el poder está en el ex presidente Macri, siempre lo estuvo de hecho, mi recomendación es que se mantenga latente en el banco de suplentes, para poder entrar cuando las condiciones de juego sean aún más favorables. No se trata de ver un Presidente Milei débil sino de que, al momento de ingresar al gobierno con cargo o acuerdo institucional o ambas, ese cambio de expectativas signifiquen un renacimiento de un gobierno herido.
GOBERNAR POR DNU TIENE LÍMITES
Los grandes cambios que requiere la Argentina no pueden producirse por DNU.
El Presidente está vedado para promulgar cambios en materia impositiva y laboral. Y ahí está la fuente del problema.
Argentina necesita modernizar su estructura laboral, tanto en leyes como en mercados. Además, necesita bajar o eliminar impuestos que distorsionan la producción y le quitan competitividad. Para eso el Presidente Milei necesita construir mayorías en el Congreso.
Las mayorías con un Congreso tan atomizado son el gran desafío
El único bloque homogéneo o que se muestra como tal es el de Unión por la Patria. Pero de ahí no se puede sacar nada positivo.
Frente a Unión por la Patria está Juntos por el Cambio. Pucha, ahí hay un conflicto enorme y están a punto de firmar el certificado de defunción de esa coalición.
Martín Lousteau, acostumbrado y especialista en destruir consensos y mayorías, dirige el radicalismo. El radicalismo es el socio principal. Martín Lousteau debe llevar impreso en su sangre el término “destrucción creativa”.
Lleva muchos años enfrentado al ex oresidente Macri y es éste quien asumirá la presidencia del Pro en pocos días más. El final de Juntos por el Cambio está cantado.
Hay un límite, los gobernadores de la coalición son en su mayoría radicales. Habría que ver cómo juegan éstos en la decisión del Senador Lousteau de enfrentarse al Pro o de intentar consensuar.
El Presidente Milei detesta a Lousteau. De hecho, le ha negado el saludo siempre que pudo. Lo ha insultado tantas veces como tuvo oportunidad. ¿Podrá Macri convencer a Milei de que firmen una paz transitoria con Lousteau? ¿Podrá Lousteau arrear a sus gobernadores hacia el choque con el gobierno nacional o serán los gobernadores quienes le pondrán un freno a Lousteau porque está en ellos todo el peso de una nueva frustración?
El ex presidente Macri tiene el gran desafío de asumir, en las sombras, un gobierno que requiere de gobernabilidad y pericia institucional. Tiene otro desafío aún mayor, no seguir siendo el espejo de Cristina Kirchner.
A Alberto Fernández le hemos criticado siempre que no construyó poder que debilitara a Cristina Kirchner, espero que Macri haya aprendido de la historia y no intente quedar ante la opinión pública como el que gobierna en las sombras y condiciona a un presidente que necesita la autoridad presidencial porque es el condimento principal en un sistema presidencialista. Sin poder presidencial no hay confianza, sin confianza no hay autoridad y sin autoridad no hay gobierno.
(*) Martín Piccato es analista económico financiero. Comentarista económico · Radio y TV