En Agroperfiles Radio, se abordó un tema que inquieta cada vez más al sector agroproductivo argentino: el inminente vencimiento de la baja temporal de retenciones a las exportaciones de soja y maíz.
Para comprender mejor el panorama, conversamos con el ingeniero agrónomo Guillermo García, ex gerente de Relaciones Internacionales de Bunge y profundo conocedor del mercado de granos y ex miembro de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires.

Hay marcada preocupación en el agro, sobre todo en provincias como la de Chaco y Santiago del Estero: se avecina el fin de la baja temporal de retenciones.
“En Argentina hay situaciones muy preocupantes de las que poco se habla, y eso genera aún más incertidumbre”, sostuvo García al comenzar la charla. Una de las claves del momento tiene que ver con el futuro de las retenciones, en un contexto donde el gobierno nacional se enfrenta a múltiples limitaciones fiscales.
Retenciones o déficit
“Lo que hoy impide extender la baja de retenciones, como sí se hizo con trigo y cebada, es el objetivo de mantener el déficit cero que el gobierno se autoimpuso”, explicó. Y agregó: “Los últimos informes del INDEC muestran que el superávit es cada vez menor en términos proporcionales”.
A esta restricción fiscal se le suman nuevas demandas sociales, como los reclamos del Hospital Garrahan o los ajustes en las jubilaciones. “La principal herramienta de ajuste del gobierno fue la inflación, que licuaba gastos. Pero con una inflación más baja, esa vía ya no es efectiva”, analizó.
Maíz: podría haber habido excepciones
En este contexto, García consideró que se podrían haber hecho excepciones, al menos con el maíz: “Yo hice un cálculo y el impacto fiscal no era tan grande. Además, muchas declaraciones juradas de venta al exterior ya están hechas, lo que significa que el gobierno ya no tiene margen para recaudar más por ese lado”, indicó a Agroperfiles.
En su visión, los meses de julio, agosto y septiembre eran claves para permitir que los productores del norte argentino terminen de cosechar y comercializar su maíz con mejores condiciones.
Guillermo García se refirió también a los factores económicos que estarían detrás de la decisión del gobierno de no extender la baja temporal de retenciones para la soja y el maíz.
El déficit externo que preocupa
Uno de los datos más alarmantes en los últimos días fue el déficit externo, que superó los 5.000 millones de dólares, generando fuertes repercusiones en el balance fiscal.
“Convengamos que, desde la lógica del gobierno, esta baja fue siempre transitoria, con un plazo establecido hasta el 30 de junio. Por eso, técnicamente, no estarían incumpliendo una promesa electoral”, aclaró García.
Sin embargo, reconoció que la situación económica es sumamente delicada y condiciona las decisiones oficiales. “El déficit comercial debería haberse compensado con financiamiento externo, pero el gobierno no tiene acceso a los mercados internacionales de deuda”, explicó.

La calificación de Morgan Stanley
Uno de los principales obstáculos es el elevado riesgo país y la falta de confianza externa. “Esta semana, Morgan Stanley mantuvo a la Argentina en la categoría stand alone, lo que impide que fondos internacionales puedan invertir en el país”, indicó.
García remarcó que esta limitación financiera reduce drásticamente los márgenes de maniobra del gobierno. “Por eso se vuelve tan difícil retrotraer una medida como la baja de retenciones, aunque fuera beneficiosa para el sector productivo”, concluyó.
El escenario internacional
Otro de los puntos abordados en fue el complejo escenario internacional, en el que las tensiones entre potencias como Estados Unidos y China, junto con las decisiones comerciales del gigante asiático, impactan directamente sobre el comercio de commodities y las posibilidades de desarrollo para países como Argentina.
“El productor argentino hace lo que sabe hacer: producir. Pero el problema hoy es la fuerte reducción de los márgenes”, sostuvo Guillermo García, al analizar el panorama actual.
Según explicó, la baja en la cotización de los granos en los mercados internacionales afecta sensiblemente la rentabilidad, especialmente en las regiones más alejadas de los puertos, donde los costos de flete tienen un peso mayor.
“Los márgenes son muy ajustados, y eso limita el crecimiento del sector. Sin embargo, aún en ese contexto, se va a seguir sembrando. Porque los costos fijos ya están y ningún productor va a dejar la tierra sin trabajar. Como siempre se dice: en Argentina no queda tierra sin producir”, enfatizó.
Retenciones, precios y financiamiento para el agro.
Durante la emisión de Agroperfiles Radio, varios productores aprovecharon la oportunidad para plantear sus inquietudes al entrevistado, Guillermo García, quien respondió con claridad sobre temas clave como retenciones, subsidios y financiamiento.
¿Por qué se llama derecho de exportación si se aplica también a lo que vendemos para el consumo interno?
“Se llama derecho de exportación porque es un impuesto que se calcula sobre el precio de exportación FOB (puesto sobre el barco). Desde ahí, el exportador deduce los costos, incluidos impuestos como este, para determinar el precio doméstico (FAS o pizarra). Por eso, el precio que percibe el productor local ya tiene descontada esa retención. Incluso, eso también impacta favorablemente en los costos de industrias que usan ese insumo, como tambos o feedlots”, explicó García.
¿Ese FOB funciona como un subsidio encubierto para la industria?
“No. En el caso del maíz, no hay exportación con subsidio. Con la soja, lo que existe es una diferencia mínima, entre 1,5 y 2 puntos, entre la exportación del grano y la de productos industrializados como harina y aceite. Esa diferencia busca equiparar el derecho de exportación, no generar subsidios”, aclaró.
¿El gobierno debería impulsar más herramientas de financiamiento si quiere que produzcamos más y entren más divisas?
“Sí, aunque hay que entender el contexto”, respondió García. “En Expoagro hubo tasas subsidiadas interesantes de los bancos oficiales, y los productores las aprovecharon. Pero en eventos posteriores como Agroactiva, ya las tasas subieron. Hoy el gran cambio es que las tasas reales son positivas, algo que no pasaba el año pasado, cuando las tasas en pesos eran negativas frente a la inflación y ayudaban al productor desde lo financiero.”
Actualmente, según García, muchos productores optan por tomar crédito en dólares, ya que es la misma moneda en la que comercializan sus productos. “Eso hace que la rentabilidad esté más atada al resultado productivo real, como en los años 90”, remarcó.

CREDITO: Imagen de portada, de AgroEducación