¿Quién se comerá el jamón del sándwich?

Orgullosos de ser periodistas agropecuarios: Hoy despedimos el FETA, pero nos queda la sensación de que alguien igual se comerá todo el jamón, dice una editorial escrita por el periodista Matías Longoni, director de Bichos de Campo.

Matías Longoni, director del sitio Bichos de Campo.

Un importante molino informaba a sus clientes que desde el pasado 31 de agosto, “quedó sin efecto la comercialización de harinas con precio subsidiado en todo el territorio nacional”, ya que el nuevo secretario de Comercio, Matías Tombolini, finalmente desistió de dar continuidad al FETA (Fondo Estabilizador del Trigo Argentino), el fideicomiso que había creado en marzo pasado su antecesor en el cargo, Roberto Feletti, con la declamada intención de “bajar los precios del pan común”. Desde entonces, el trigo bajó y se gastaron millones en subsidiar las bolsas de harina. Pero el kilo de pan subió de 250 a casi 400 pesos.

El 1° de septiembre, se celebra el día del periodista agropecuario, y nosotros en Bichos de Campo lo celebraremos con la satisfacción del deber cumplido. Ya sabemos que no recibiremos ni saludos ni regalos de buena parte del sector molinero, y en especial desde la empresa líder en ese sector, pero no nos importa. Mientras los grandes diarios o canales de televisión se hacían los distraídos con este asunto (seguramente condicionados por la pauta publicitaria de la principal empresa beneficiada con el fideicomiso), nosotros sabemos que nuestras notas fueron determinantes para que el FETA dejará de existir. Eso es una gratificación más que suficiente, ya que hicimos nuestro trabajo como corresponde.

Tombolini dirá ahora en las reuniones con molineros que no les gusta exponerse a “operaciones de prensa agresivas” y pedirá a los empresarios que guarden silencio. Pero la verdad es que Bichos de Campo no participó de nada por el estilo y desde el primer día informó que el denominado FETA era una estafa mayúscula a la sociedad argentina porque parecía hecho a la medida de una sola empresa, la líder del negocio, Molino Cañuelas. Si Tombolini o Sergio Massa pertenecen a un gobierno que cobija este tipo de manejos oscuros, lo que deben hacerse es cargo de ellos y no echar culpas a los periodistas.

El FETA dejó de existir en buena medida gracias a que nuestra redacción contó siempre la verdad de la milanesa, o mejor dicho del pan rallado utilizado para hacerla:

El gobierno instaló desde diciembre de 2021, semanas después del ascenso de Feletti, la idea de que debía generarse un fideicomiso para subsidiar los precios de la harina y evitar la suba del pan.

Las cámaras de la industria molinera se manifestaron en comunicados y reuniones en contra de este mecanismo para “desacoplar” los precios del trigo doméstico y también lo hicieron otras áreas de gobierno, como la Secretaría de Agricultura.

Con la excusa de la guerra en Ucrania y una nueva disparada de los precios del trigo, Feletti logró en marzo dar forma al FETA y financiarlo con 400 millones de dólares de la suba de las retenciones a los derivados de la soja.

El objetivo declarado del fideicomiso era subsidiar la harina triple 000, que es la que se usa para hacer le pan común. Pero Feletti cambió los reglamentos para incorporar otros tipos de harinas refinadas y las premezclas, que son uno de los fuertes en ventas de Cañuelas.

Para acogerse al fideicomiso, una de las reglas que impuso Comercio fue que no había que tener ninguna deuda con el Fisco, lo que impedía participar a muchas pymes. Pero a Cañuelas esto no le afectaba porque su deuda con la AFIP (por más de 2.500 millones de pesos) había sido incorporada al concurso de acreedores que declaró en septiembre de 2021. Allí la empresa debe resolver un pasivo tan grande como el de la aceitera Vicentin, de unos 1.300 millones de dólares.

ARRANCO CON DOS MOLINOS

El fideicomiso arrancó solo con la adhesión de dos molinos: Cañuelas y la pequeña empresa pampeana Molisud. Sin tener designado ni siquiera los auditores del sistema, Feletti adelantó 1.400 millones de pesos a esas dos empresas (1.350 millones para el principal molino), ante la mirada atónita de todo el sector. Fue un viernes al filo del cierre del horario bancario. El lunes el funcionario kirchnerista renunció a su cargo.

La sucesión de denuncias que fue recibiendo el FETA, más el hecho de que este medio nunca dejó de informar sobre el asunto, complicaron que los siguientes desembolsos se produjeran en tiempo y forma. Mientras el fideicomiso seguía recaudando la plata de la soja, su deuda con Molino Cañuelas (la única empresa de envergadura que operó bajo el sistema en junio y julio) fue creciendo, y llegaría ahora a unos 4.770 millones de pesos que todavía están pendientes de pago.

El FETA o la Secretaría de Comercio Interior nunca hicieron públicas las cifras de cuántas harina subsidiada se había comercializado bajo este sistema.

La sucesión de secretarios de Comercio que continuaron a Feletti (en la misma lógica mediocre de quien debe seguir órdenes) ratificaron la continuidad del fideicomiso. Lo hizo primero Guillermo Hang y luego Martín Pollera, que en su corta gestión incluso llegó a anunciar que el 15 de agosto se iba a producir una fecha de corte, y que los molinos que no hubiesen ingresado al sistema quedarían definitivamente afuera, mientras que la plata recaudada se repartiría entre los que hubieran ingresado. Hasta ese momento eran solo 7 sobre un universo de 160 empresas. Obviamente, frente a esta advertencia, muchos otros presentaron sus papeles porque les resultaría imposible competir con Cañuelas sin el dinero de los subsidios.

Cuando hace un mes desembarcó Sergio Massa en Economía y designó a Tombolini en Comercio, éste en primera instancia informó sobre la continuidad del mecanismo, pero luego revisó su posición, al parecer molesto por ciertos títulos adversos en algunos medios de prensa, seguramente éste incluido. ¿Qué esperaba Tombolini? ¿Qué aplaudiéramos un mecanismo que asignará a un puñado de empresas cerca de 6.000 millones de pesos sin haber logrado el objetivo de mantener los precios del pan común?

Ahora Comercio dio de baja el FETA, pero está tratando de conseguir que toda la industria molinera firme un acta acordando que se pagarán las sumas adeudadas a los molinos que ingresaron, Cañuelas a la cabeza, que tiene facturas presentadas por casi 5.000 millones de pesos. Hay sectores que, con lógica, se oponen. No sabemos qué sucederá.

En vez de revisar todo lo actuado por el fideicomiso, lo que sería razonable en cualquier país normal, la nueva gestión de Economía pretenden dar vuelta la página y reconvertir el sistema en un subsidio directos a las panadería, que entraría en vigencia a partir del 1 de octubre próximo y se enfocaría solamente en compensar el costo del trigo en el pan común. Es decir, que se limitaría a la harina triple 000 y no a las especialidades, como había establecido Feletti.

No está muy claro todavía como se aplicarían los pagos directos a las panaderías, que son muchas más que los molinos y muy difíciles de controlar, pero en el sector molinero se habla de un sistema similar al PreViaje 3, que asignaría los pagos contra la factura de venta, se supone que del pan a bajo precio. Para algunos empresarios, esto al menos permitiría que no se repitan las distorsiones en el mercado mayorista de harina, donde existían dos precios según se tuviera el subsidio o si no. Y donde Cañuelas recuperó posiciones a costa de empresas más pequeñas.

Hoy se producirá el final del FETA, otro capítulo negro de la historia agropecuaria de este gobierno. Tuvimos mucho que ver aunque no podemos asegurar que igual no se vayan a comer el jamón los mismos de siempre.

Mañana, a pesar de que Tombolini menosprecie el trabajo de Bichos de Campo y vea los fantasmas de operativos de prensa en su contra, aquí brindaremos por el día del periodista agropecuario, con la conciencia bien tranquila y la satisfacción del trabajo bien realizado.

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