Cuando hoy ya se hablan de otras cosas en cuanto a cuestiones relacionadas a los cultivos regionales, el debate sobre la derogada ley conocida como Fondo Algodonero sigue en pie.
En diálogo con Agroperfiles Radio, el ingeniero agrónomo Jorge “Koke” García, ex funcionario provincial en materia algodonero y analista del sector, se refirió a las recientes declaraciones del ministro de Desregulación y Transformación del Estado, Federico Sturzenegger, quien calificó como “obsoleta” a la Ley del Fondo Algodonero y alentó a los legisladores a trabajar en propuestas “más racionales”.

Para García, esta afirmación desconoce el valor y la historia de esta herramienta legal: “Cuando él dice que es una ley obsoleta, en realidad no es tan así, porque es una ley que se sancionó en 2005. No estamos hablando de una ley vieja. En Argentina tenemos normativas mucho más antiguas que siguen vigentes”, afirmó.
Como ejemplo, mencionó el caso del Fondo Especial del Tabaco: “Es una ley de la década del 70, sigue vigente y recauda millones porque está atada directamente a la recaudación impositiva del cigarrillo. Esa ley sostiene desde hace décadas la actividad tabacalera en varias provincias.”
El problema es estructural
García planteó que el verdadero problema de la ley algodonera es estructural y financiero: “Nunca tuvo un mecanismo propio de recaudación. Siempre dependió del presupuesto nacional. Entonces, en un contexto donde el gobierno actual está ajustando todo lo que puede, este tipo de leyes quedan afuera. Y sabemos que históricamente el algodón no ha sido una prioridad para los porteños.”
En ese sentido, subrayó que la ley ya venció y que ahora el debate debe trasladarse al Congreso: “Los legisladores deberían tomar el guante y decidir si se prorroga o si se impulsa una nueva ley de fomento al cultivo. Esa también podría ser una salida.”
Consultado sobre los pasos a seguir luego de la derogación de la Ley del Fondo Algodonero, el ingeniero Jorge “Koke” García señaló que podría ser una oportunidad para reformular la normativa y adaptarla al contexto actual.
“Para las provincias del norte, que son las más interesadas en esta ley, tal vez esta sea una oportunidad para modificarla y ajustarla a las necesidades que hoy tiene el sector”, expresó.
A los legisladores
García propuso que legisladores del Chaco, Formosa, Santa Fe, Santiago del Estero y Salta trabajen en conjunto para presentar una nueva propuesta que contemple la realidad del cultivo algodonero. “La ley original costó mucho sacarla en su momento. Es clave que esta actividad, con todos sus vaivenes y dificultades, pueda seguir subsistiendo. Históricamente fue sostenida por pequeños y medianos productores, que cada vez son menos.”
Además, recordó que el algodón tiene más de un siglo de historia en el país y que ha atravesado todo tipo de crisis: “No me parece correcto eliminarla de un plumazo. Son opiniones, claro, pero creo que no es el camino.”
Sobre el futuro del esquema productivo de pequeños y medianos productores de algodón en la región, el ingeniero fue claro: el panorama es complejo y requiere una mirada estratégica que aún no está presente en la agenda pública.
“Muchísimos productores ya se fueron reconvirtiendo a otras actividades, no por decisión planificada, sino a la fuerza. Zonas como Plaza o Quitilipi, que décadas atrás eran muy fuertes en algodón, hoy se orientaron a la ganadería, por ejemplo”, explicó.
García señaló que el productor minifundista prácticamente ha desaparecido, salvo en algunas zonas específicas como la región de riego en La Banda (Santiago del Estero), donde todavía se mantienen pequeños productores que incluyen el algodón dentro de sus esquemas de rotación.

Sin embargo, advirtió que la estructura agraria del norte del país, especialmente en provincias como Chaco, aún está sostenida por una base importante de productores medianos que hoy enfrentan serias dificultades.
“El algodón es un cultivo con costos altísimos y con muchísima variabilidad. Sin un programa de asistencia del Estado, no para regalar cosas, sino para organizar, capacitar y generar herramientas que ayuden a resistir los años malos, estos productores van a desaparecer”, subrayó.
Y agregó una preocupación de fondo: “Vamos a terminar con sólo los megas productores. Que no está mal, pero ¿qué hacemos con toda la estructura montada sobre los medianos, que están peleando por mantenerse en la actividad? El ‘desgrane’ va a seguir si no se hace nada.”
Reactivar espacios multisectoriales
García remarcó la necesidad de reactivar espacios de diálogo multisectorial ante el nuevo escenario que se abre tras la derogación de la Ley del Fondo Algodonero. Consultado sobre el rol de la Mesa Algodonera, planteó que no solo debería volver a reunirse, sino también incorporar nuevos actores. “La Mesa Algodonera, que yo sepa, hace dos años que no está funcionando. Y ahora, con la derogación de la ley, el gobierno probablemente no tenga mucho interés en convocarla, porque se va a transformar en un foro de reclamos”, explicó.
En ese sentido, propuso reflotar experiencias pasadas como la Mesa Algodonera Privada, que funcionaba de manera paralela a la oficial, con la intención de generar consensos más ágiles desde el sector mismo.
“Hay que volver a sentarse, pero con objetivos claros. En este tipo de mesas hay que tratar de ponerse de acuerdo en dos o tres puntos clave. Si no, se discute eternamente y no se llega a nada. La pregunta es: ¿qué queremos hacer con el cultivo?”
Un nuevo escenario global
García destacó que el contexto actual es completamente distinto al de hace algunos años. Factores como el avance del comercio digital y la avalancha de productos importados están redefiniendo el rol del algodón en el mercado local.
“Todo está cambiando. Hoy cualquiera puede comprar ropa desde China a precios irrisorios. Plataformas como Shein o Alibaba ya son parte de la vida cotidiana. Esto afecta directamente a la industria textil y por ende, a toda la cadena algodonera.”
Frente a este panorama, insistió en que la mesa debe integrarse con productores, técnicos y entidades, y que la prioridad debe ser una discusión realista y estratégica sobre el futuro del cultivo: “Nos debemos una discusión sincera para ver qué están viendo los actores del sector y hacia dónde queremos ir. No podemos seguir pensando el algodón con la lógica de hace veinte años.”