En diálogo con Agroperfiles Radio, el consultor agropecuario Javier Preciado Patiño analizó en profundidad la situación de la industria sojera argentina, en un contexto marcado por la caída de la producción, la capacidad ociosa de las plantas aceiteras, y las medidas económicas del actual gobierno.
Capacidad ociosa e importación para sostener la industria.
“En los años 2015-2016, Argentina llegó a producir más de 60 millones de toneladas de soja”, recordó Preciado Patiño. “La industria aceitera hizo inversiones para poder moler hasta 70 millones de toneladas anuales, previendo un crecimiento constante de la producción”.
Sin embargo, los cambios en las políticas económicas de aquel entonces como la eliminación de retenciones al maíz y trigo, y la permanencia del 30% para la soja alteraron el uso del suelo. “Se sembró más maíz y trigo, y menos soja de primera. La producción cayó a un rango de entre 44 y 50 millones de toneladas, generando una gran capacidad ociosa en la industria”, explicó.

Para compensar esta situación, las plantas comenzaron a importar soja, principalmente desde Paraguay, aunque también llega algo de Brasil y Uruguay. “Paraguay produce entre 10 y 11 millones de toneladas y muele solo 3 o 4, por lo que el resto puede ingresar a la Argentina, donde se transforma en subproductos como aceite, harina y pellets de cáscara, generando empleo y valor agregado”, puntualizó.
Abril: un mes flojo y marcado por la incertidumbre.
El analista explicó que la primera quincena de abril estuvo marcada por la incertidumbre económica: “No se sabía si iba a haber flotación del dólar, devaluación libre o en bandas, ni qué pasaría con el dólar blue. Además, las lluvias complicaron el trabajo de cosecha”. Esto hizo que las ventas de soja por parte de los productores fueran muy bajas al inicio del mes.
“La situación mejoró en la segunda quincena cuando se anunciaron medidas económicas”, señaló. Aun así, la molienda del mes fue de 3,4 millones de toneladas, un 11% por debajo del mismo mes del año anterior. “No fue un gran mes en términos de actividad industrial”, resumió.
Medidas económicas con impacto electoral.
Consultado sobre la continuidad de la baja de retenciones para el trigo y la cebada, Preciado Patiño fue claro: “Este gobierno se caracteriza por el pragmatismo. Buscan resultados, y el objetivo inmediato es contener la inflación. Pero por encima de eso, está la necesidad de ganar las elecciones de octubre”.
“Necesitan mostrar que tienen el control político de la situación, y que cuentan con el respaldo suficiente para atraer inversiones. Por eso, muchas medidas de acá a octubre estarán orientadas a ese objetivo”, argumentó.
Es un gesto, nada más
Respecto a la extensión de las reducciones de retenciones, opinó que, si bien los efectos en términos económicos directos no son tan determinantes, “es un gran gesto hacia el campo y hacia la ruralidad: Córdoba, Santa Fe, Entre Ríos, el interior bonaerense. Es un mensaje de acompañamiento”.

El técnico explicó que cada sector tiene su lógica: “los medios buscan audiencia, las empresas ganancias, y los gobiernos votos”.
En ese sentido, gran parte de las decisiones políticas están orientadas a conservar poder y ganar elecciones. El gobierno actual, con poca base legislativa y sin un equipo consolidado, va “armando el avión mientras carretea”.
Mirando a la provincia de Buenos Aires
En este contexto, interpreta que la prórroga en la baja de retenciones al trigo y la cebada responde a un objetivo electoral, especialmente de cara a las elecciones en la provincia de Buenos Aires. Como gesto hacia el campo bonaerense, podría anticipar decisiones similares para soja y maíz más adelante.
Javier lamentó que la política actual de apertura de importaciones y un tipo de cambio que favorece lo importado perjudica gravemente a la industria textil argentina, y con ella al productor algodonero. Señaló que no ve en el gobierno una estrategia para proteger la cadena algodonera ni a las industrias nacionales relacionadas, como desmotadoras, hilanderías y fábricas de ropa, lo que pone en riesgo muchos empleos argentinos.
Javier explicó que, si vuelven a subir las retenciones al 33%, al productor de soja le quedarían los mismos ingresos que en diciembre de 2023, unos $275.000 por tonelada, perdiendo hasta $40.000 respecto al precio actual. Esto desincentivaría la liquidación de soja, algo clave para que entren dólares al país antes de las elecciones. Por eso, cree que el gobierno evaluará seriamente prorrogar la baja de retenciones más allá del 30 de junio.
El productor: entre el riesgo y la vocación.
Preciado Patiño aseguró: “Así como el periodismo busca audiencia para tener publicidad, o las empresas buscan rentabilidad, los gobiernos buscan votos. El 95% de las decisiones que se toman están pensadas para que te voten”.