Impacto de la sequía y de otras adversidades climáticas en la campaña agropecuaria argentina 2022/2023

Un trabajo hecho por el ingeniero agrónomo Luis Villa, con la colaboración del licenciado en economía Lisandro Villa, muestra el impacto negativo conjunto de la sequía, de algunas heladas tardías en la primavera de 2022 y de la helada temprana del 18 de febrero de este 2023, que han dejado un impacto negativo de una magnitud considerable para la producción agrícolo-ganadera del país.

El ingeniero agrónomo Luis Villa hace un análisis del impacto de la sequía y de otras situaciones que afectaron a la actividad agropecuaria en la Argentina

Este documento intenta cuantificar ese impacto, introduciendo también algunos criterios utilizados por el ERS del USDA (1) y otros, recomendados por la FAO (2). Los primeros ayudan a poner en contexto el panorama productivo del inicio de la 3ra década del siglo y los segundos permiten una determinación completa del daño recibido, su impacto actual (a un año desde ahora) ya casi definido y los que sobrevendrán, estimativamente estos últimos.

A escala planetaria o a escalas menores, las sequías constituyen la principal adversidad de la producción agropecuaria, de todas las adversidades climáticas y biológicas. Se estima un impacto negativo promedio de US$ 500.000 M anuales, aproximadamente un 0,5 % del Producto Bruto Mundial (3).

VARIABILIDAD

Puede decirse que la variabilidad (negativa en este caso) de esta campaña en la Argentina es al menos unas 3,5 veces mayor que la variabilidad normal esperable (la que se presenta en aproximadamente el 70 % de una serie larga de campañas consecutivas).

Conviene recordar que el promedio ponderado de las precipitaciones en todas las regiones con producción agropecuaria es de unos 600 mm (algo no del todo relevante como dato aislado), con un coeficiente de variación bajo, del orden de 13 % (lo cual sí es muy relevante y positivo, porque es un valor bajo) (4).

El contexto (con algunas comparaciones y reinterpretaciones posteriores)

Lo que sigue, la evolución reciente del Producto Bruto Agropecuario de la Argentina.

Cada año calendario bien puede asimilarse al ciclo o campaña que finaliza en ese año. Vale decir, la campaña 2008/2009 está bien representada por el dato de 2009.

La caída en la campaña de 2008/2009 respecto de la inmediata anterior fue de 35 %, la caída en 2017/2018 fue de 30 %. Es razonable estimar que la caída en la actual será de 35 % o incluso algo más. En todos los 3 casos, debido a sequías.

La mejora en 2014/2015 es básicamente por precios. El amesetamiento de 2 campañas luego de la caída en 2017/2018 es por una combinación de precios, recesión o menor actividad en el mundo y ciertas políticas domésticas erráticas.

Al sector agropecuario argentino le demandó más de 12 años luego de la sequía de 2008/2009 volver a ser al menos el 7 % del PBI, algo que sólo pudo sostenerse durante una única campaña, la anterior a la actual.

ALGUNOS GRANDES NÚMEROS DEL AGRO DE EE.UU.

Usando la información que cada mes de agosto proporciona el ERS, pueden apreciarse los siguientes grandes números del agro estadounidense, globalmente.

El EBITDA es la ganancia bruta, antes de pagar impuestos e intereses y de detraer las amortizaciones. Fue un 19,6 % de la facturación de esa campaña, que fue de US$ 430.500 M.

Es razonable usar el año 2018, fue “normal” climática y macroeconómicamente y en cuanto a precios. En cambio, 2019 fue el peor a nivel mundial hasta ese momento desde la crisis de las hipotecas, 2020 tuvo el inicio de la pandemia, 2021 grandes problemas logísticos y 2022 la guerra en Ucrania y el incremento en los costos de producción.

Al final de ese ciclo productivo anual el sector agropecuario estadounidense contaba con US$ 42.000 M en activos líquidos adicionales, la suma de la renta más la amortización (la amortización es un costo no efectivo, permite su deducción como costo pero es dinero en poder del productor).

Lo que sigue, el EBITDA del agro argentino considerando (erróneamente) a los Derechos de Exportación (DEx, o simplemente “Retenciones”) como un costo inherente, inevitable, un componente inseparable de la excepcionalidad argentina.

El EBITDA teórico es un 16,4 % de la facturación (la facturación de US$ 70.000 M a valor FOB), ratio ya preocupante aunque no esté tan alejado del estadounidense.

Si ambos casos fuesen una única empresa, por separado, los bancos estadounidenses especializados en agro continuarían ofreciendo préstamos, aunque con algunas restricciones (bastante más intensas en el caso argentino). Acá es importante decir que en el agro de EE.UU. hay mucha desigualdad, hay un 40 % de empresas que están muy por debajo del promedio. En nuestro caso los problemas alcanzan a todo tamaño de empresas. En ambos casos, la concentración de la producción continúa.

Otra salvedad importante: las cifras no son estrictamente comparables, el modo en que el ERS hace sus cálculos merece varios comentarios. Y en nuestro caso, se trata de la renta luego de retribuir a la tierra y a la maquinaria que no son propias. Es la renta del productor activo, no la del que posee tierra y no la explota por sí mismo (si bien este último también asume riesgos).

Es la renta luego de retribuir a la tierra y a la maquinaria no propias pero antes de resultados por tenencia (que seguramente serán negativos este año) y antes también de cambios en el valor de los costos de reposición de insumos (que seguramente serán un alivio, porque costará menos reponer el stock inicial de semilla híbrida y de fertilizantes nitrogenados y fosforados, si bien subsisten dudas respecto de la semilla).

Corrigiendo la entelequia de los DEx, incluyéndolos como impuestos, el cuadro reexpresado es el que sigue.

El EBITDA es ahora lógicamente mayor, porque hay un costo (los DEx) que ya no están en la resta para obtener el Margen o ganancia previa a intereses, impuestos y amortizaciones; se los considera luego, como corresponde.

Son números que configuran un riesgo crediticio muy alto, visto desde la cultura de los bancos estadounidenses.

En cualquiera de los 2 casos, EBITDA mal calculado (toma a los DEx como un costo inherente o un menor valor de venta) o EBITDA bien calculado, el sector dispone de un incremento de US$ 3.700 M en activos líquidos (efectivo, grano, novillos, etc.); es la suma de la renta más la amortización (un costo no efectivo como ya se dijo, permite su deducción como costo pero es dinero en poder del productor).

En una situación similar a esta se encontraba el agro argentino visto como un todo al momento de iniciar la actual campaña (la campaña anterior fue algo mejor que el promedio, como se verá inmediatamente después).

LAS FINANZAS DEL SECTOR

Las Finanzas del sector a lo largo de la campaña anterior y de la actual pueden ser descriptas como sigue (ahora son sólo ingresos y erogaciones en efectivo, no se trata de un análisis económico, cuenta sólo lo obtenido en la producción, lo efectivamente pagado o a pagar y lo cobrado).

La Facturación está valuada como corresponde, a valor FOB. Son las divisas que genera el país y lo consumido domésticamente al valor que debería tener en una economía abierta al mundo. Los valores corresponden a la mercadería puesta en el puerto o en la fábrica en que va a ser embarcada o procesada (no en la tranquera del campo).

El Gasto inherente es aquel directamente relacionado con la producción, costos (gastos) de implantación y protección de cultivos, de alimentación y cuidado sanitario de la hacienda, entre muchos otros (incluye toda la producción, hortícola, frutícola, etc.), retribución de la tierra no propia, retribución de las labores de contratistas, incluyendo las de recolección, gastos de comercialización (aunque no de fletes).

La logística incluye todo el costo de fletes cortos y largos para trasladar la mercadería a destino.

En este cuadro el concepto Impuestos sí refiere exclusivamente a la valuación a Valor presente del conjunto de Impuesto a las Ganancias, Anticipos e Impuesto a la Ganancia Mínima Presunta, este último de corresponder.

COMPARACIONES E IMPACTOS – NUESTRO PBI

El Producto Bruto Interno de la República Argentina de 2021 fue US$ 487.000 M expresado en moneda de ese año, fue de US$ 509.000 M en 2022 (en moneda de 2021) y de aproximadamente US$ 528.000 M expresado en moneda de 2022. Expresado en la capacidad doméstica de compra, es aproximadamente el doble.

Costos de la sequía – Los evidentes, los menos evidentes y los ocultos

La caída en la facturación proyectada será del orden de los US$ 24.500 M, en comparación con la buena campaña inmediata anterior. La caída en lo efectivamente exportado seguramente se ubicará en US$ 18.500 M o incluso más.

La caída en el Producto Bruto Agropecuario será de unos US$ 11.750 M (cayendo a unos US$ 23.000 M desde los US$ 34.750 M anteriores).

El sector agropecuario representará menos del 4,5 % del PBI durante este año calendario 2023 (un 4,35 % según estas estimaciones), no existe un valor similar en la serie de datos del Banco Mundial, que se inicia en 1965 (2000 y 2001 fueron 4,7 % y 4,6 %, respectivamente).

La diferencia en el resultado, entre el resultado esperado y el que se terminará obteniendo, será de unos US$ 9.250 M (de un valor positivo de US$ 4.200 M a uno negativo algo peor a US$ 5.000 M).

El Capital de Trabajo puede estimarse en unos US$ 25.000 M en el momento de cada año en que su necesidad se hace máxima (el saldo restante para el total del gasto inherente es un aporte del sistema financiero, del mercado de capitales en mucha menor medida o simplemente es un costo que se concreta al final, como la cosecha, los fletes o ciertos pagos por arrendamientos). Asumiendo esto así, la diferencia en el resultado es un 37 % del Capital de Trabajo, una cifra que requerirá replanteos en los esquemas productivos y un mayor acompañamiento del Estado, del sistema financiero y de capitales y de proveedores y dueños de campos en alquiler.

Luego debe considerarse a la descapitalización del sector (un costo menos evidente) y al efecto multiplicador de la suma de esos costos evidentes y menos evidentes en cabeza del productor. Efecto multiplicador que va mucho más allá de los gastos de cosecha y de logística que no se harán este año.

La descapitalización del sector puede valuarse en US$ 3.000 M, los que se suman a los US$ 9.250 M. Sobre la suma, tal vez contrariando a la visión general, el efecto multiplicador podría ubicarse en 40 % (debería multiplicarse por 1,4). Manejando prudentemente un 30 %, redondeando la suma en cabeza del conjunto de productores en US$ 12.000 M, el nuevo valor del perjuicio generado por la sequía (no todo es efectivo) es 12.000 + 4.300 (caída para el Fisco) + 3.600 (efecto multiplicador) = US$ 19.900 M.

Finalmente, y ahora sí tomando en cuenta las recomendaciones de la FAO, deben considerarse los efectos negativos futuros (más allá del próximo ciclo 2023/2024) que la sequía actual podría causar. Asumiendo el escenario más probable respecto de las políticas públicas y demás variables importantes a considerar, y utilizando los criterios más sencillos de las Finanzas corporativas, puede valuarse al incremento en la degradación de los suelos, a la pérdida de capital, al empeoramiento de muchas otras variables (incluyendo a la calidad del aire en los centros urbanos y a la probabilidad de incendios, porque la valuación es a la Economía argentina, no sólo al Agro) en una Perpetuidad de US$ 500 M anuales, que a una tasa de descuento lógica para el país representa un costo nuevo, oculto, de US$ 5.000 M valuados a Valor presente y a moneda de 2022.

Es así como se llega a una estimación final, completa (con costos en efectivo y patrimoniales) del orden de US$ 24.900 M, de los que 19.900 M son los que se sentirán en el curso del ciclo 2023/2024.

Se ha omitido, para simplificar la cuenta, el incremento en la recaudación producto de la actividad del llamado efecto multiplicador.

En resumen, el costo inmediato para todo el sector privado es de US$ 15.600 M según estas estimaciones (19.900 M menos lo correspondiente al Fisco). Ese costo representa el 2,95 % del Producto.

Si se consideran todos los costos y plazos, los US$ 24.900 M representan el equivalente al 4,7 % del Producto del año anterior, una cifra muy grande que obligará tanto al Estado como al sector privado a rediseñar por completo el esquema productivo nacional.

No hacerlo implicará un deterioro aún mayor en nuestras variables económicas y sociales. Se debe recordar que nuestro sistema no se ajusta con mayor endeudamiento ante un año adverso, lo hace por mayor concentración, dejando a productores en el camino, un asunto que requiere un cuidadoso análisis.

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