Durante los últimos meses, el campo argentino enfrentó una situación crítica, agravada por factores climáticos, económicos y políticos. Arturo Navarro, referente del sector agropecuario, expresó a Agroperfiles que “el auténtico productor se siente un poco solo, se siente incomprendido”, marcando así una realidad que distó mucho de las promesas de campaña realizadas por distintos gobiernos. A pesar de los anuncios oficiales, muchos de los compromisos asumidos no se tradujeron en acciones concretas.
La sequía en el norte del país, las inundaciones en el sur de Buenos Aires y los bajos rendimientos en la pampa húmeda provocaron una fuerte caída en la cosecha de soja. Esto repercutió directamente en la economía regional, generando una menor actividad portuaria, sobre todo en Rosario, y dejando al descubierto una fragilidad estructural. “Hay cosas que se pueden resolver desde los gobiernos, pero no se han logrado medidas que sirvan de incentivo verdadero”, denunció Navarro.
Más allá de los factores climáticos, el malestar se acentuó por la percepción de que el campo no fue considerado un sector estratégico. “Podríamos exportar mucho más si tuviéramos políticas adecuadas” afirmó, criticando la falta de previsibilidad y la escasa atención al tejido social del interior. “Esta falta de visión de largo plazo profundizó la desconfianza entre los productores y las autoridades”, dijo.
Emergencias climáticas y medidas insuficientes
Para Navarro, “los últimos anuncios del gobierno, lejos de generar alivio, sembraron más dudas. Se prometió mantener las retenciones de trigo y cebada hasta marzo de 2026, pero se confirmó que las de soja y maíz aumentarían en julio. Es una cuenta de almacenero” dijo, refiriéndose a la simple lógica fiscal detrás de las decisiones.

Según explicó, “el Estado calculó que con esta suba ingresarán unos mil millones de dólares adicionales, pero a costa de agravar el problema productivo”.
El impacto económico sobre los cultivos de segunda, como el trigo, también fue significativo. Navarro explicó que “los trigos no están dando los números bien, y los márgenes brutos se deterioraron aún más debido al aumento de retenciones y a la falta de incentivos”.
Además, señaló que “la medida llega tarde y solo beneficia coyunturalmente a ciertas provincias, como Buenos Aires, en el marco de un calendario electoral” lamentó el productor.
En este contexto, consideró que “se volvió evidente la falta de conocimiento por parte del gobierno sobre el funcionamiento del sector. El gobierno apuesta a resolver un problema financiero, no económico”, cuestionó Navarro.
Por ello, aseguró que “mientras se priorizó la estabilidad fiscal, se descuidó el desarrollo productivo, lo que generó un clima de incertidumbre y desmotivación entre quienes aún sostienen la actividad agroindustrial en el país”.
La apertura de importaciones
Además del campo, otros sectores industriales también manifestaron preocupación por la apertura de las importaciones. “El vecino vende una prenda de vestir a muy bajo precio, es difícil competir”, relataron industriales textiles del Chaco. La llegada masiva de productos importados afectó especialmente a las Pymes, que no pudieron hacer frente a los bajos precios del exterior ni al encarecido costo argentino.
Navarro alertó que “la apertura hay que hacerla, pero no se puede hacer con la actual estrategia cambiaria de deprimir el dólar”. Según explicó, “al permitir el ingreso libre de dólares provenientes de ahorros personales, se incentivó el consumo, pero también se desalentó la producción local. Esta política provocó una baja en la cotización del dólar comercial, afectando tanto a exportadores como a fabricantes nacionales”, dijo.
Asimismo, aseguró que la situación “se tornó aún más compleja con la posibilidad de importar maquinaria agrícola usada desde países como Brasil a precios muy inferiores. Con este dólar puede entrar maquinaria barata, pero ¿qué pasa con las Pymes que producen en cada pueblo?”, se preguntó.
Y remarcó que “el resultado fue un golpe directo a la industria nacional, que quedó desprotegida frente a la competencia externa en un escenario de reglas cambiantes”.
“No dejar de sembrar”
Frente a este panorama, Arturo Navarro insistió en que los productores “no deben dejar de sembrar, aunque sí recomiendo cambiar la estrategia. No se endeuden, busquen solidez, no vendan en plena cosecha”, aconsejó, apelando a la experiencia adquirida en años de lucha gremial.
Destacó que la tecnología sigue siendo una herramienta clave, aunque reconoció que muchos no pueden acceder a ella por la falta de capacidad de ahorro, producto de las retenciones.
Navarro sostuvo que la actual política económica no era sostenible y que los cambios recién se darían luego del ciclo electoral. “Esto va a cambiar. Lo que se haga será después del 26 de octubre”, afirmó con firmeza. A su juicio, las medidas del gobierno no respondieron a un plan de desarrollo a largo plazo, sino a una estrategia electoral para llegar con oxígeno a las elecciones.
Al finalizar, remarcó una problemática estructural, en donde “el sector es el único que no puede cobrar en dólares. Tenemos que pasar por el Banco Central, que se queda con parte del valor por las retenciones. Esta doble discriminación, afecta no solo a la rentabilidad, sino también a la confianza del productor. A pesar de todo, llamo a la resiliencia, hay que estar con reservas, con granos. Hay que aportar, porque esto ya pasó muchas veces y va a volver a cambiar” finalizó el analista de temas agropecuarios.