CULTIVOS DE VERANO: LA EXPERIENCIA DE UN PRODUCTOR DE SIEMBRA DIRECTA
Lleva haciendo siembra directa continua desde el año 1994. El productor e ingeniero agrónomo de profesión, Martín Goujón, hace 24 años comenzó a aplicar este sistema de siembra nacido en la década de los 90. En esta semana, sorprendió a los amigos del Grupo AGROPERFILES al contar que comenzaba con su ciclo de siembra de verano en Colonia Elisa, en la provincia de CHACO, donde tiene su predio rural.
LO QUE SEMBRO
Goujón comenzó con la siembra de soja, sobre lotes de trigo, avena, maiz y sorgo; en otro lote implantó sorgo sobre melilotus y en el tercer lote sembró maiz sobre soja y melilotus.
Este capital es incalculable, ya que se trata de suelos sin roturar por mas de 20 años, y ese esquema de rotaciones y cultivos de servicios es un buen aporte a los suelos. A esto le agregó este año el cultivo de cobertura -solo con directa no alcanza-, dice Goujón.
LA SIEMBRA DIRECTA
La siembra directa tenía, en sus inicios, dos problemas: uno mecánico, es decir concebir una herramienta que podía colocar la semilla en un suelo no labrado y segundo, como erradicar la vegetación anterior sin usar el arado, rol que finalmente logró un herbicida de amplísimo espectro, el consabido glifosato”.
“La siembra directa no es sólo el hecho de depositar la semilla en un suelo sin labrar, sino fundamentalmente es un sistema que imita el proceder de la Naturaleza, al depositar sobre el suelo residuos de cosechas y con ello enriquecer (o por lo menos mantener) la materia orgánica del suelo”, dice un articulo publicado por Valor Soja.
“La siembra directa en Argentina comenzó con cierta intensidad en los años 90, y durante ese lapso de tiempo las siembras realizadas con buena incorporación de rastrojos pudieron recuperar materia orgánica, es decir carbono retenido, en valores importantes, superando en ciertos casos un 2% en su incremento”.
MAS DE 35 MILLONES DE HECTAREAS EN EL PAIS
“Argentina cultiva unas 35 millones de hectáreas. Un 1% de aumento en la materia orgánica en general (algo que ciertamente aún no se logró) equivaldría a 525 millones de toneladas de carbono retenido.
De lo cual se deduce que una agricultura en siembra directa permite limpiar la atmósfera y teóricamente acceder a los llamados “bonos de carbono” (que ciertas industrias extranjeras polucionantes pagan en compensación a actividades que neutralizan carbono)”.