El productor ganadero de ley. Pero su campo está ubicado en una zona de pajonales y con un problema puntual que esto indica: la alimentación y la producción de carne.
Es el médico veterinario Jorge Omar Castagné, que tiene su predio en la zona de Cote Lai, al este de la provincia del Chaco. Desde ese lugar se propone producir carne con menor cantidad de grasa, y con mas colágeno.
En una entrevista con Agroperfiles, el productor ganadero y médico veterinario, compartió detalles sobre el manejo forrajero en su establecimiento, los impactos en la dentición del rodeo, y la experiencia vivida en Italia, país al que viaja anualmente para capacitarse en la raza Piamonte.
Una zona de pajonales
“En nuestros campos trabajamos con paja brava, paja amarilla y la intermata natural. Hacemos mucho uso del rebrote de la paja cortadera, lo que tiene un impacto directo en la dentición de las vacas”, explicó Castagne. Según detalló, este tipo de alimentación reduce dos años el ciclo productivo de cada vaca: “Cuando llegan a medio diente, en vez de seguir cuatro años más, las descartamos a los dos”.
Ante esta situación, el productor implementó un sistema de castración en vacas de descarte, permitiéndoles terminarse en el propio campo y continuar sumando kilos de carne. “Nuestra meta es clara: producir más kilos por área. Medimos todo lo que vendemos al año y lo dividimos por las hectáreas que tenemos. De ahí sacamos nuestra eficiencia o, mejor dicho, el punto de equilibrio”, señaló.
El agua, factor clave
Sin embargo, Castagne hizo hincapié en un problema estructural que afecta a la producción ganadera chaqueña: el agua. “En el Chaco tenemos muchos riachos y cauces que antes eran ríos, pero hoy no los sabemos aprovechar. Hay que pensar en obras a largo plazo, canalizar, trabajar por cotas y distribuir bien ese recurso”, sostuvo.
Para el veterinario, riachos como el Palometa y el Tapenagá tienen potencial para ser parte de una solución hídrica regional: “Se podrían mejorar, canalizar, hacer obras por pendiente desde el centro del Chaco hacia el Paraná. Pero eso requiere voluntad política y acuerdos entre sectores”.

El desafío no termina en la captación del agua, sino en su distribución. “Hoy tengo agua de bebida, pero llevarla mil metros para que la vaca no camine más de 150 metros es imposible por los costos. No puedo comprar maquinaria ni hacer movimiento de suelos. Es una inversión que hoy no podemos afrontar”, lamentó.
“Nos falta infraestructura”
Omar Castagne, profundizó en los desafíos cotidianos de la actividad productiva, donde la falta de infraestructura, maquinaria y recursos humanos adecuados complica el trabajo eficiente en los campos chaqueños.
“Es imposible tener una maquinaria para trabajar dos veces por semana, no da el presupuesto para tener una persona para cada cosa. Uno para el alambre, otro para el agua, otro para cuidar los terneros… no es viable. Sería necesario, pero ¿con qué se afronta eso?”, cuestionó el productor.
Optimizar los kilos de carne producidos
Ante este escenario, Castagne explicó que su estrategia se basa en optimizar los kilos de carne producidos, ya sea de terneros, vacas viejas castradas o vaquillonas de descarte. “Sumamos oportunidades de venta y tratamos de acomodarlas en los momentos donde hay mejores precios. Todo es parte del manejo”, afirmó.
Además, lamentó la falta de estructuras de cooperación que podrían mejorar la eficiencia del sistema. “No tenemos consorcios, no nos podemos asociar sin ser socios. Me encantaría estar intercomunicado con otros productores, compartir el sistema productivo: que uno críe, otro recríe, otro termine. Pero no hemos logrado ese asociativismo. Falta organización y confianza”.
Más colágeno, menos grasa
En línea con su mirada hacia una producción más saludable y eficiente, el productor Omar Castagne explicó el objetivo que persiguen en su establecimiento: lograr una carne con alto contenido de colágeno, como alternativa a la grasa tradicional. “El colágeno reemplaza a la grasa y le da la terneza que todos buscamos. Por supuesto, las cocciones serán diferentes, pero es parte del cambio que se viene”, indicó.
Según Castagne, esta cualidad no requiere intervención externa, ya que “está estipulada genéticamente”. “No hay que buscar tanto, está en la genética. Pero nosotros no lo explotamos. Admiro a los ingenieros y la industria genética por cómo trabajan los germoplasmas y modifican semillas, y en ganadería no hacemos eso. Nos falta esa orientación”, reflexionó.
En un análisis más amplio, también expresó su preocupación por las nuevas alertas sanitarias que llegan desde Europa. “Me asusta lo que salió desde Francia, con un estudio reciente de la Organización Mundial de Sanidad Animal (OMSA), donde se alerta sobre un aumento de enfermedades microbianas”, comentó.
La advertencia no es menor: “Se recomienda frenar el uso de antibióticos. Si no, generamos resistencia y microorganismos que hoy parecen banales bacterias, hongos se vuelven peligrosos con el tiempo”, alertó Castagne.
En este contexto, remarcó el enfoque integral que comienza a instalarse a nivel mundial: “Ya no se habla solo de salud humana. Se habla de una sola salud: humana, animal, ambiental. Todo está vinculado. Y si el hombre es el consumidor final de todas esas carnes, entonces debemos presentar un producto lo más natural posible, en la forma que la salud pública recomienda”.
“EN ITALIA SIEMBRAN TRIGO EN LOS TERRENOS DE LAS CASAS”
El médico veterinario Omar Castagne también compartió su experiencia reciente en Italia, donde recorrió regiones como Abruzzo y el Piamonte, y se sorprendió por la fuerte cultura del trabajo colectivo y el arraigo rural. “Me impactó ver familias con apenas unas plantas de olivo que cosechan sus aceitunas y van a la cooperativa a sacar su propio aceite. Están organizados. Cada uno cumple un rol y participan del sistema, aunque tengan poco”, relató.
La raza bovina piamontesa, originaria de la región del Piamonte en Italia, se caracteriza por su doble musculatura, una mutación genética que le confiere un aspecto físico distintivo y un alto rendimiento cárnico.

Además, observó con admiración cómo incluso quienes tienen pequeñas parcelas de tierra pueden ser parte de la producción gracias al uso comunitario de maquinaria y a la existencia de consorcios bien estructurados. “No tienen grandes extensiones ni maquinaria propia, pero sí cultura de asociarse, de colaborar, de seguir una línea sin romper el sistema productivo”, destacó.
Castagne también hizo una analogía con el desarrollo de otros sectores productivos como el del girasol. “En Trento, Italia, están investigando cómo mejorar el aceite de girasol para que tenga más polisacáridos beneficiosos para la salud. Todo el foco está en producir mejor para la salud pública. Y eso también debería ser la guía para la ganadería”.
En ese sentido, cuestionó la falta de orientación genética en el sector. “Nosotros tenemos razas como Brahman, Brangus o Braford, pero necesitamos avanzar. Hay que pedirles más, buscar mejor genética, algo que responda a lo que la salud recomienda: más carne, menos grasa. Aunque nuestro paladar quiera el asado con grasa, eso ya es tradición, pero hay que mirar al futuro”.
“Acá tenemos tierra fértil, tenemos oportunidades, pero nos falta orden, confianza y trabajo en conjunto”, reflexionó. Y concluyó: “Lo que vi allá es compromiso, cuidado del entorno, aprovechamiento del agua, respeto por la cadena productiva y pasión por lo que hacen. Ojalá algún día podamos aplicar esa visión acá, con nuestras propias condiciones, pero con el mismo espíritu de comunidad”.