El ingeniero agrónomo y asesor privado Martín Gonzalo Canteros, compartió con Agroperfiles su experiencia en la región chaqueña del Paraguay, donde la producción agropecuaria crece con fuerza, sostenida por el cooperativismo, la captación de agua y una cultura productivista que contrasta con la realidad argentina.
SIMILITUDES Y DIFERENCIAS CON EL NORTE ARGENTINO.
En diálogo con Agroperfiles Radio, Canteros, brindó un detallado panorama de la realidad agroproductiva del Chaco paraguayo. “Esta es la misma región chaqueña dijo, compartimos cultivos con el Chaco y Santiago del Estero: soja, maíz, sorgo, maní y especialmente sésamo, que se hace todos los años”.
Para la campaña de invierno, destacó la presencia del cártamo y el trigo, con el objetivo de mantener cobertura en los suelos. “El cártamo es un cultivo que se hace siempre que hay humedad en el terreno, y ahora hay de sobra”, remarcó.
UNA CAMPAÑA COMPLICADA, PERO CON RECUPERACIÓN.
Tal como ocurrió en el norte argentino, los primeros meses del año fueron difíciles: “Enero y febrero fueron muy duros; después de fines de febrero empezó a llover. Los lotes que sobrevivieron están bien, pero muchos se perdieron”.
EL VALOR ESTRATÉGICO DE LA CAPTACIÓN DE AGUA.

Uno de los aspectos más destacados por Canteros es la cultura de captación de agua en la región. “El invierno acá tampoco llueve. Tener un sistema de captación de agua es una condición de vida: sin agua, nadie vive, y sin captación, nadie vive del campo”, aseguró.
Las grandes industrias, como frigoríficos y lácteas, tienen sistemas propios de almacenamiento de agua. “Son inversiones grandes, pero necesarias”, señaló.
INFRAESTRUCTURA: ESTADO Y COOPERATIVAS, CON ROLES DIFERENCIADOS.
El Estado paraguayo ha avanzado con obras importantes, como el acueducto que lleva agua desde el río Paraguay y la Ruta Bioceánica, que si bien presenta demoras, está en marcha. Sin embargo, los caminos rurales están a cargo de tres grandes cooperativas que trabajan en conjunto. “Lo que manejan las cooperativas está excelente; lo del Estado, depende de cuándo pasa la máquina”, comentó.
COOPERATIVISMO, RELIGIÓN Y DESARROLLO PRODUCTIVO.
Uno de los pilares del modelo paraguayo es el cooperativismo, enraizado desde los inicios de las colonias menonitas. “Llevan 90 años unidos y la religión también es un factor de cohesión muy fuerte”, explicó.
Las cooperativas no solo han crecido, sino que invierten constantemente y suman cada vez más socios. Un dato relevante: las tres cooperativas principales son socias en un centro común de acopio de granos, y también hay una desmotadora nueva, de gran tamaño.
UN ENTORNO QUE ATRAE INVERSIONES Y ESTIMULA EL CRECIMIENTO INMOBILIARIO.
El desarrollo agropecuario viene acompañado de un crecimiento en el sector inmobiliario. “Cuando la agricultura comienza a moverse, se elevan los precios de los campos. Los alquileres todavía no son altos, pero todo se va acomodando”, analizó Canteros.
A diferencia de otras regiones donde el sistema de arrendamiento explotó rápidamente, aquí el proceso es más lento. “Un año es muy bueno, el otro muy malo. El día que se estabilice la producción, va a cambiar todo”, sostuvo.
CULTURA PRODUCTIVISTA Y UNA POLÍTICA AUSENTE, PERO NO OBSTRUCTIVA.
Consultado sobre la relación entre productores y política, Canteros trazó un contraste con la realidad argentina: “Acá no se habla de política. La gente se junta a tomar un café o un asado y se habla de producción, de créditos, de sistemas de riego. Nadie se queja de los políticos ni espera nada de ellos”.

“No es que te dan algo, pero tampoco te piden, agregó. Te dejan trabajar. No hay impuestos asfixiantes, ni trabas burocráticas. Todos pagan lo que deben, pero no hay un discurso permanente contra el Estado”.
UN MODELO QUE CRECE A SU RITMO.
Finalmente, Canteros destacó que si bien el clima sigue siendo un desafío con veranos calurosos e inviernos ultra secos, el potencial de crecimiento es enorme. “A más años de agricultura, más estabilidad en los suelos y en los sistemas de producción”, concluyó.